Columna de Eugenio Rivera Urrutia
Doctor en Ciencias Económicas y Sociales por la Freie Universität de Berlín y colaborador de La Casa Común
Roberto Ampuero y Mauricio Rojas critican al Presidente de la República, pues no se preguntaría por las razones ideológicas que lo "llevaron a actuar de una manera que ha dañado de modo grave a Chile”.
Ignoran los críticos el aporte de Gabriel Boric, y lo que luego sería el Frente Amplio, en la creación de un movimiento político que provocó un proceso de renovación de la izquierda chilena y en la construcción de la salida institucional al estallido social.
El rol ahí jugado no habría resultado posible sin que el principal líder de la nueva izquierda no representara un movimiento crítico de las experiencias del socialismo y de procesos como el venezolano, que arrasaba con la democracia.
Es una izquierda que recoge la renovación socialista de los 80, que había puesto en cuestión la noción de “democracia burguesa” y la relativización de los DD.HH. La derrota del plebiscito del 4S podía haber dado paso a una nueva grave crisis política; no obstante la valoración del diálogo y la insistencia del Presidente en que todos formamos parte de la comunidad política, contribuyeron a darle continuidad al proceso constituyente y la posibilidad de que a fin de año tengamos una nueva constitución (que la actual oposición en su mayoría consideraba innecesaria).
Ignoran también los autores lo que ha avanzado el proceso de normalización del país y la convergencia política consensuada para enfrentar al crimen organizado. Es cierto que la nueva izquierda, como señaló la ministra Orellana, se equivocaba al creer que se podía responder a la inseguridad con ideas abstractas de justicia social, pero es esa izquierda también la que levanta la idea de que la amenaza criminal debe ser enfrentada con respeto irrestricto a los DD.HH. y el Estado de Derecho.
Los autores hacen gala de su condición de “conversos”, definido como una persona convertida a una religión distinta a la que tenía. Es probable que como Ampuero y Rojas indican que asumieron la visión más ortodoxa del marxismo, asumen también con igual radicalismo y fundamentalismo de extrema derecha que amenaza hoy la democracia en Chile y el mundo y que dificulta una visión más ecuánime del proceso político.
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